Un día
hermoso, fuimos a la playa de mañana y otra vez de tarde. Hizo mucho calor.
Me esguincé
una mano, la izquierda. Estaba intentando sacar una rama para llevarla a la
pira que estoy armando para quemar en junio, se rompió la rama y yo, que estaba
tirando con toda mi fuerza para desengancharla del pastizal que se había
apoderado de ella, me caí para atrás, y claro, puse la mano para atajarme, pero
la mano no ve y yo estaba cayendo de espaldas, así que se apoyó donde no debía,
y mi cuerpo entero, que, aunque no es muy grande, pesa 53 kilos, mi cuerpo
entero con la suma del envión aplastó mi mano. Sentí un crick, igual que el que
sentí cuando el año pasado me esguincé el tobillo. Y dolor, mucho dolor. Me
enojé conmigo y me puse hielo.