Todo salió perfecto, primero llegaron Gaby y Richard –que vino
por un trabajo-, más tarde Carlos. Fuimos al museo, vimos la obra, charlamos
charlamos. Luego cada uno se fue a su hotel y nos encontramos nuevamente 18:30
en el museo. La mesa fue muy buena, con la bienvenida participación de gente inesperada, una experiencia compartida muy
enriquecedora. Aportes interesantes, devoluciones sensibles y cuestionadoras. Después, pizza
en el Rodelú, un clásico.
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