Maldonado amaneció cubierta por una niebla espesa que mojaba
todo. Como Elena iba para Montevideo me fui con ella, decidida a volver no
tenía ganas de quedarme ahogada en la niebla, pero llegando a Portezuelo
apareció el sol y el día se puso magnífico. Cambié de idea y me quedé en la
chacra. Me dejaron ahí y siguieron viaje. Caro y Néstor no estaban, aunque sí
las cámaras y trípodes y todo el bagaje. Le avisé que me había quedado para que
no se asustaran cuando vieran que había gente. Me fui a juntar limones, a
caminar, a ver como estaba todo. Hacía más de dos meses que no me quedaba,
creo.
La salamandra estaba encendida, le puse más leña, aunque
afuera estaba templado y agradable, la casa había estado cerrada un montón de
tiempo y había que calentarla.
Ellos volvieron a almorzar, luego se fueron a sacar fotos, y
yo me quedé paseando, leyendo, tomando sol. Estaba tan lindo que decidí quedarme y volver a Montevideo con ellos al día siguiente. El único inconveniente fue que como
mi plan inicial era volver a Montevideo el viernes, no había llevado la compu ni nada para
trabajar.
De noche hicimos un guiso de lentejas, Caro había llevado
todos los ingredientes.
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