Fui al Subte,
la impresión iba a estar a eso de las 14 hs, así que fui a esa hora. Fui sin
almorzar, porque cuando salí eran las 13:30 y quería estar ahí cuando llegara, pero
sin el estrés habitual; a las 19 hs se inauguraba, y mi obra aún no estaba
impresa. En una media hora, llegó. Por supuesto que no todo estaba perfecto,
los bordes estaban manchados y hubo que refilarlos, y la impresión fue en dos
paneles que había que unir –eso ya lo sabíamos- pero Rulfo, adelante mío les
pidió que el corte lo hicieran al borde de las fotografías, que no cortaran
dentro de uno de los retratos, sino al borde. Bueno, cortaron en la mitad de los
espacios blancos, así que tuvimos que hacer malabarismos para que no se notara,
y Rulfo es muy detallista en todo eso tan artesanal, eso que a mí me resulta
imposible de lograr. Finalmente, quedó bien. Bien, no perfecto, pero hace
tiempo que sé que nunca es perfecto. Volví a casa, me bañé y volví para la
inauguración. Nos fuimos a cenar con Pity y Ana, Caro, y Juliana.

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