Fui a
Amarras, en Piriápolis, a ver a Ro, que estaba en su apartamento. Charlamos,
caminamos. Estaba con dos de sus cinco hijos, y con Álvaro. Comimos un super
asado, hacho por Gonzalo, el mayor de los hijos, y una parrilla con chorizos,
morcillas y chinchulines, todo maravilloso. De tarde fuimos a ver a mamá, Ro y
Álvaro estuvieron un buen rato con ella charlando, tomamos té, no pudimos comer
nada porque habíamos almorzado tarde. Ya de noche se volvieron a
Piriápolis, y me quedé en el apartamento
hasta que mamá se quiso ir a dormir. Ella estaba cansada.
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