lunes, 24 de agosto de 2015

11 de agosto de 2015, martes.



Intento trabajar con paz, pero no me sale. Fue un día estresante. Primero me llamó Infanzón, el montajista del museo, para decirme que pasaba a buscar los cuadros, me sorprendió, ya que no esperaba comenzar el montaje hasta el jueves –una semana antes me habían dicho desde el museo. La exposición es el 20, pero todo bien, pensé, mejor, que se vaya haciendo todo con tiempo. Fui con él al museo, quería ver cómo estaba quedando la mesa, que ya la estaban montando. Estuve allí como una hora, mientras la bajaban -había  quedado muy alta-, veíamos los ángulos, la ubicación exacta, etc. Volví a casa y almorcé, luego acompañé a Sofi al BPS, porque habían hecho un trámite mal y la habían sacado del seguro de salud, los funcionarios públicos son de terror. No todos, claro, pero es increíble cómo pueden hacer las cosas mal, y luego ni siquiera disculparse, -Sofi ahora tiene que hacer no sé cuántos trámites para poner todo al día-. En fin. La cosa fue que se atrasaron más de una hora –encima de todo- y Vero iba a casa, tenía que esperarla a las 16:30 y llegué a las 17… Luego ella volvió y la atendí, pero llegó 17:20… y yo tenía que estar en el museo a las 18, llegué 18:45… y la inauguración en el SUBTE comenzaba a las 19, llegamos a las 20.
Encima, en el museo, Infanzón quería dejar ya todo montado, así que estuve un buen rato intentando adecuar el diseño de montaje que tenía a la nueva realidad –un espacio que fue cerrado y cambió la continuidad de las paredes- hasta que decidí dejarlo en suspenso y pensarlo un poco más. Pero eso, claro, me estresó más. Por suerte en la inauguración me encontré con amigos, y después nos fuimos a cenar con Vito, Samantha, Ana, Pity y Caro. Y estuvo muy divertido.












































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