domingo, 3 de mayo de 2015

24 de abril de 2015, viernes.



Un día de trámites agotadores, de desconcentración. Organizando la ida a Buenos Aires y a Córdoba. Vamos con Gaby, voy a filmar el video para la exposición. Tengo bastante pensado lo que voy a hacer. El tema es llegar al lugar correcto. En fin, habrá que arreglarse. 

Genial el texto que encontré en la facultad de Odontología… Justo habíamos estado hablando la noche anterior, en el seminario de filosofía, de los “mandatos” sociales, del “deber ser”. Hay que llegar “arriba”, ¿a sentarse a la derecha del padre? Me encantó encontrarme con ese cartel. Le saqué una foto, y pasó una estudiante que sonrió con aprobación. Enseguida, se me acercó una mujer que me estaba observando, y comentó “Qué verdad dice, qué verdad…”
Después de eso, tuve que ir a un sitio a firmar unos papeles, es un sindicato de acotres, o algo así. Había dos hombres sentados en los dos sillones de la sala de espera. Me quedé parada, esperando. Salió una chica muy amable y los hizo pasar. Se levantaron y fueron hacia la puerta, dejando los sillones llenos de cosas –abrigos, mochilas, etc, y a mí, parada enfrente. Tuve que decirle a uno si podía dejar un sillón libre, al menos. El “deber ser” no incluye la cortesía, evidentemente.

De noche me fui a la chacra, fui en el auto con Jorgelina, que iba para Punta del Este. Me quedé en Maldonado, agarré el fusca, que lo había dejado en el parking del edificio de mamá y me fui  a la chacra, llegué después de las 12 de la noche. Una paz. Cada vez que voy pienso que tengo que ir más seguido. Después, surgen las complicaciones y me quedo en Montevideo. Trabajé en la compu hasta las 2 a.m., me hice una bolsa de agua caliente y me fui a dormir. Se escuchaban los cascos de los caballos glopear en el porche. Les ha dado por dormir ahí, bajo techo.








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