Salimos de mañana temprano en un ómnibus para Villa Mercedes,
ya con todo el equipaje. La idea era volver a Córdoba el viernes de mañana
–para que ningún imprevisto nos impidiera tomar el avión de vuelta. El único
tema fue que había pocas opciones de autobuses, podíamos salir para Córdoba el
jueves de tardecita y llegar a eso de las 4 a.m., o salir de Villa Mercedes a
las 2:30 de la madrugada y llegar a las 7 a.m. Elegimos la última. Supusimos
que iba a ser más simple quedarse hasta las 2 a.m. en Villa Mercedes, en algún
boliche o en la terminal de buses, que llegar a Córdoba a las 4 a.m. sin un
lugar a dónde ir. El único tema era qué hacer en Villa Mercedes hasta las 2 de
la mañana, porque estábamos cansadas. Lo planteamos en el hotel, y no hubo
problema para que nos quedáramos en la sala con wifi hasta la hora que
quisiéramos.
Cuando llegamos a la Terminal nos enteramos de que había
paro de transporte, aunque no de las líneas de viajes largos. Pero juuuuusto la
compañía en que viajábamos nosotras se adhirió al paro, así que tuvimos unos momentos
de incertidumbre, sin saber si íbamos a lograr salid de Córdoba ese día. Era
una etapa crucial, y eso podía arruinarnos los pocos planes que habíamos
definido como ultra importantes. Finalmente, de algún lado salió un autobús que
iba a Villa Mercedes y no se adhería al paro y salimos en él a las 8 y pico de
la mañana. El viaje fue largo, la ruta estaba toda cortada, la están
convirtiendo en autopista.
Pero fue un viaje lindo, nos sentamos en la primer fila de
la parte de arriba, con dos asientos para cada una. Teníamos una ventana
panorámica al paisaje. Dormimos un rato, pero poco.
Llegamos a Villa Mercedes a eso de las 16 hs. Teníamos que
buscar hotel, y por internet no habíamos encontrado muchas opciones, y todas
eran caras, o malas. Así que dejamos que un taxista charlatán nos llevara por
los hoteles que nos aconsejó hasta elegir uno. Los baratos, eran horribles.
Elegimos uno intermedio, céntrico. Pagamos más que por el apartamento en
Córdoba. Después de instalarnos, llamamos al Prof. Ossola, que nos citó para
las 19 hs en su estudio. Allá llegamos un poco tarde, luego de algunos
inconvenientes con los nombres de las calles. La entrevista fue muy
interesante, estuvimos charlando como tres horas. Él nos sugirió que nos
contactáramos con un baqueano en los
sitios de los Ranqueles, Daniel. Gaby
habló con él y le dijo que podía reunirse con nosotras esa noche, pero no al
día siguiente. Así que aunque estábamos muy cansadas lo citamos a un
restaurante del centro, que quedaba cerca del hotel. Charlamos con él un buen
rato –nosotras muy cansadas, hasta que Gaby –que estaba más despierta que yo –
lo invitó a acompañarnos en la recorrida por los sitios que nos había
aconsejado visitar el Prof. Ossola, sitios donde había habido Ranqueles. Aceptó
ir con nosotras al día siguiente, nos pareció entusiasmado.
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