jueves, 18 de junio de 2015

05 de junio de 2015, viernes.



En ese viaje de vuelta, dormimos, dormimos, dormimos. Cuando llegamos a Córdoba, cerca de las 8:30 am (ningún autobús de los que tomamos cumplió con los horarios de llegada) decidimos dejar el equipaje en la Terminal y pasar a buscarlo de paso al aeropuerto, para no depender de ese ítem. Habíamos hablado con Federico y no había problema den dejar el equipaje en el apartamento, pero recién podíamos dejarlo después de las 11 am. Eso nos anulaba la mitad de la mañana, nos obligaba a un traslado desde la terminal al barrio Guemes, y luego la vuelta al barrio a tomar un taxi al aeropuerto. Decidimos hacer algo menos complicado, dejar el equipaje en la terminal pasear por la ciudad y volver a la terminal y tomar desde ahí un taxi al aeropuerto y fin del viaje. Y estar sábado y domingo en Buenos Aires, y procesar lo que pudiéramos. Paseamos un rato por Córdoba, encontramos el Hospital San Roque, donde nació mi madre, increíble. También encontramos una calle, a un costado de la catedral, que estaba –parecía adornada con guirnaldas que la cruzaban de lado a lado. al acercarnos, nos dimos cuenta de que las guirnaldas no eran guirnaldas, eran como pasacalles con fotos de personas, y, por es aspecto, de desaparecidos. Muchas coincidencias. Nos quedamos impactadas, y entramos a un lugar que había sido algo “del Buen Pastor”, y ahora era un memorial de los desaparecidos, ex-lugar de detención de detenidos-desaparecidos en Córdoba. Entramos, daba escalofríos. Estaba conservado como había sido encontrado. Tenía testimonios, fotografías, ropa, sudores, gritos, penas y masacres. Crueldades. Todo estaba ahí. Y todo era como un paralelo con el genocidio indígena. hacía días que estábamos hablando de ese paralelo, y de pronto, el último día en Córdoba, nos encontramos con esto... La historia se repite, frase trillada. ¿O la repiten? Almorzamos, volvimos a la Terminal, rescatamos el equipaje (que esa es otra historia) y nos fuimos al aeropuerto en un taxi… Richard le había dicho a Gaby que fuéramos temprano al aeropuerto, que en Buenos Aires había problemas, había niebla, vuelos cancelados. La niebla convocada recién había llegado, increíble. Y había llegado a Buenos Aires, desde donde había sido convocada. Pero en fin, no hubo niebla en los registros, y por algo fue, y creo que todo lo que sucede en instancias como éstas, hay que respetarlo.

Después, caos, vuelos cancelados, horas de colas esperando confirmaciones, gente enojada. Al final, nos confirmaron en un vuelo al día siguiente, de tarde. Por suerte pudimos comunicarnos con Federico y tenía el apartamento disponible, así que volvimos, salimos a cenar como si fuera lo mejor que nos había pasado. El barrio donde estábamos está lleno de boliches y restaurantes. Cenamos en un lindo restaurante cerca del apartamento, muy súper, comimos muy bien, después de días de sándwiches. Nos fuimos a dormir, muy cansadas.















































































































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