Fuimos temprano al aeropuerto para que no hubiera imprevistos
o para intentar solucionar lo imprevistos que sucedieran. Por ejemplo, una
amiga de Gaby había dejado el día anterior su pasaje abierto, porque ella viaja
habitualmente a Córdoba y se volvía a Buenos Aires en autobús; pero a mí no me
servía dejar mi pasaje abierto para volver a Córdoba, ni por un año. A Gaby tampoco.
Entonces, o volábamos a Buenos Aires, o nos quedábamos en el aeropuerto hasta
que los vuelos se normalizaran, pero eran temas sobre los cuales había que
tomar decisiones, si la niebla seguía.
No hubo problemas, la niebla desapareció. Los vuelos se
normalizaron. Por fin, íbamos a salir
hacia Buenos Aires sin inconvenientes. Buenos Aires. Amo esa ciudad que siento
tan cercana a Montevideo. Cercana en la
historia, en los afectos, en el aspecto. En Buenos Aires no me siento
extranjera.
Y bueno, para sentirme más en mi casa, cociné. Cocinar me
desestresa. Hice un risssoto, porque
Kekena y Alejandra iban a lo de Gaby a reunirse con Richard, y me encantó
cocinar para recibirlas. Viole me ayudó, con toda el buena energía. Me traía lo
que le pedía, una tabla., una cuchara de madera, un cuchillo… una divina!
Charlamos con Keke y Ale, y claro, me quedé dormida en la
mitad de la charla. A-g-o-t-a-d-a.
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